Entendi
Y entendí que no debo llamarte, aunque muera de ganas de hablarte, de contarte mis días, de oír tus razones, de perderme otra vez en tus conversaciones.
Comprendí que hay que honrar el silencio, aunque duela este frío tan denso, que los anhelos se escapan del alma, como hojas al viento, sin rumbo ni calma.
Me di cuenta que escribo en la pena, cuando el pecho se quiebra y envenena, cuando el corazón sin ninguna vergüenza late fuerte, sin miedo, sin tregua, sin fuerza.
El amor, ya lo sé, se transforma y combate, mi razón se defiende, mi pecho te late. Y aunque quiera correr a buscar tu calor, sé que ya no me espera tu rastro de amor.
Debo ser fuerte, ya fui la caída, ya expuse mis grietas, mi alma vencida. Ahora me toca cerrar la herida, buscar en mi sombra la propia salida.
Y me enojé, por no poder abrazarte, por no tener más derecho a pensarte. Pero entendí que en tu adiós tan callado, también hubo un “no quiero ser más tu costado”.
Caí, y subí, como en espiral, una danza sin fin, un vaivén abismal. Y cierro los ojos… y ahí estás, tan real, pero los abro… y el mundo otra vez es fatal.
Todo es negro sin tu luz al final. Y entendí que no eras para mi, y entendí que yo no era para ti.