Que me enamore el arte
Que no me enamore solo un cuerpo,
ni un gesto dulce en la estación,
que me enamore quien entienda
que amar también es creación.
Que me enamore el arte vivo,
una copa de vino y papel,
la voz que afina en una terraza
mientras cae el sol sobre la piel.
Que me enamore quien se quede
cuando no hay nada que mostrar,
quien se emocione con un trazo,
y quiera el mundo dibujar.
Que me enamore una mirada
que no maquille su intención,
que escuche a Spinetta, vibre con Marilina
y me cante algo sin condición.
Quiero un amor que aplauda fuerte
cuando le cuento lo que soy,
que no me achique los espacios
ni me pregunte a dónde voy.
Que me enamore el arte simple,
las luces tenues, una flor,
el baile suelto en la cocina,
el caos bello del amor.
Quiero querer desde el instinto,
con lo sagrado de existir,
con la certeza de que un beso
también puede reconstruir.
No quiero amor de calendario
ni “buenas noches” por deber,
quiero que al verme me descubra
como quien ve y vuelve a creer.
Que sepa hablar en mis silencios,
que sepa estar sin invadir,
que no pretenda completarme,
pero me invite a compartir.
Quiero un amor que sea artista,
aunque no pinte en un taller,
que sepa que el amor más grande
es saber ver, no poseer.
Y si no viene, no me inquieta,
yo ya bailo esta canción,
la vida me enamora a diario
cuando me encuentro en expansión.
Porque hay amor en lo que vibra,
en lo que late sin pedir,
y el arte —cuando es verdadero—
también se trata de vivir.